Un día en la vida de Nick Cave

 

La memoria es ese tesoro resguardado en el interior de cada ser humano. Es lo que otorga identidad. De ella hay que aferrarse para no perderse y también, paradójicamente, para transformarse. Es la historia y el día a día. En una particular sesión de psicoanálisis, el profesional le pregunta a un apaciguado y compenetrado Nick Cave, muy distinto al personaje que sale con energía explosiva a los escenarios: ¿Cuál es tu mayor temor? La respuesta tarda unos segundos en llegar. “Mi mayor miedo es perder la memoria”. Sin ella, no habría nada sobre lo cual escribir y cantar.

20.000 days on earth no es el típico documental sobre artistas del mundo de la música  que el cine nos tiene acostumbrados a ver. No se trata de ensalzar el ego, de promocionar el próximo álbum, ni siquiera de mostrar las miserias dentro de una banda. El hecho de que este gran film no haya caído en los clichés del género es responsabilidad no sólo de este gran músico, sino de sus dos directores, Iain Forsyth y Jane Pollard, dos artistas visuales contemporáneos nacidos en Inglaterra. Sus trabajos anteriores dan cuenta de una estrecha relación entre la performance, el video y la música. Uno de sus mas logrados trabajos consistió en recrear, a modo de performance, el ultimo recital que David Bowie, en el rol de Ziggy Stardust y su banda The Spiders from Mars ofrecieron en Londres, hace más de 25 años. En una entrevista realizada por la Rolling Stone hace 2 meses, Cave aseguró: “Después de mi experiencia en Hollywood (escribió el guión de varias películas), abandoné la idea de ser guionista. Por eso dejé que Iain y Jane hiciesen la película que ellos querían hacer” ¿Qué mejor oportunidad que ésta para dar el gran salto al cine de la mano de un documental sobre una estrella de rock? No les fue nada mal: ganaron mejor documental y mejor dirección en la última edición del Sundance Festival, entre otros reconocimientos.

La película comienza con la pantalla de cine dividida en múltiples y pequeñas pantallas de TV, en las que se suceden vertiginosas imágenes de Cave de niño, adulto, con amigos, familia, parejas, en el escenario y grabando en el estudio, entre otras. El audio que sale de todos esos momentos forma un gran ruido, una catarata de sucesos que componen la memoria del músico. Toda esa historia, que hasta ahora lleva veinte mil días, también se relata en un día.  Suena el despertador y desde esa cama que comparte hace ya varios años con Susie, su mujer, Cave comienza su pequeño gran relato. Mientras las bellas y sensibles imágenes de su casa, su ciudad (Brighton), su estudio y su auto van desfilando en la pantalla, la voz en off viaja hasta el interior de sus pensamientos sobre la existencia y la música. La vida real dice, es la que abandona cuando sale de su casa, y la metamorfosis se produce a través del arte. La imaginación es el vehículo para crear sus canciones y sus canciones son el vehiculo para crear otro mundo, para transformarse, para ser otro, quien siempre deseó ser. Ese mundo está compuesto a través de un logrado montaje de planos armoniosamente construidos, en los que abundan los planos fijos, los planos detalles, y los fueras de foco. La sucesión de imágenes crean más un clima íntimo y sensible que acciones concretas,  complemento ideal a las palabras sentidas de Cave.

En este recorrido de un día y una vida lo acompañan sus compañeros de banda, su mujer y sus hijos. La cantante australiana Kylie Minogue (con quien realizó un dueto exitoso en su disco Murder Ballads), el actor Ray Winstone y Blixa Bargeld (ex miembro de The Bad Seeds) lo acompañan en sus viajes en auto, en una intimidad que revela algunas confesiones, viejos malentendidos y demostraciones de afecto. Pero al final de ese viaje, Cave queda solo con sus pensamientos. Ellos son la consecuencia de una vida hecha de recuerdos, de la memoria que está protegida, literalmente, en un archivo. En ese lugar que contiene su propia historia, otras miles de historias se derivan a través de objetos, fotos y cartas. El contrapunto, que según Cave es necesario para la creación de sus canciones, es también lo que sostiene todo el relato. Por un lado expone
su intimidad, no a modo exhibicionista, sino como la revelación de un alma sensible, y por el otro, en la superficie, está la vida real con sus hechos concretos, como mirar la tele con sus hijos,  grabar canciones en el estudio, almorzar con sus compañeros de banda y relatar anécdotas; imperdible es la de Nina Simone y el chicle en el piano.

Anochece en Brighton. Un día más ha finalizado en la vida de Nick Cave. El cielo gris y las fuertes olas que rompen en la costa son la fiel expresión de un alma melancólica e introspectiva. La silueta, parada frente a la orilla, se pierde lentamente ante tanta naturaleza. Solo queda en la retina la inmensidad del mar y las luces empañadas por la llovizna. Mañana será el día veinte mil uno.

Texto publicado en INFORME ESCALENO

 

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